miércoles, 9 de febrero de 2011

Prólogo

Se escuchaban las ruedas una moto en una solitaria carretera al norte del país, una de esos caminos por los que nadie pasaba y que se introducía en un pequeño bosque. Estaba rodeado de altos arboles llenos de moho y sereno. Había decidido salir muy temprano ya que era nuevo por aquí. A medida que iba pasando por el camino veía muchos insectos volando de un lado a otro, y al final del pequeño paraíso, había una  preciosa casa de madera, con cristaleras que ocupaban casi toda la pared y con cortinas en un tono azul claro. Tenía curiosidad por saber quién vivía ahí, pero como era bastante tarde me tuve que volver.
Al salir del bosque hubo un gran cambio de paisaje, de ser frondoso y verde paso a ser arenoso y solitario. Siguió su camino hasta llegar al pueblo donde me había mudado apenas tres días. Vivía en un bloque de edificios bastante cochambrosos, pero su madre no tenía dinero para más, así que tampoco le daba importancia.
Subí la oscura escalera, las luces se habían fundido hace tiempo, pero no habían cambiado las bombillas. Oía ruidos alrededor de los pies, con un pequeño rayo de luz de la calle conseguí ver las cucarachas que corrían despavoridas al oír el fuerte sonido que provocaba las botas en el suelo crujiente. Abrí lentamente la puerta de la entrada, mi madre estaba durmiendo en el sillón, con muchas cajas alrededor suyas y montones de fotografías de nuestra antigua vida…

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